MEMORIA DE OURENSE |
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Había una vez una ciudad, pequeña y tranquila, que a mediados del siglo XIX todavía conservaba la misma estructura urbana que venía manteniendo inalterable desde 6 siglos atrás. En el transcurso de la historia anterior los cambios habían sido mínimos: una casa que se precisaba renovar por efectos del paso del tiempo y de la precariedad de la construcción, otra que era substituída por una nueva generación de propietarios con más fortuna que sus predecesores o alguna otra consumida por el fuego; pero todas ellas -eso sí- acomodadas en el mismo espacio y en las mismas calles, plazas, callejones y rincones de siempre. Esas calles, torcidas, angostas y –la mayoría de ellas- costaneras, que posiblemente fueran trazadas en su día empleando algún secreto mágico para que no pudiese pasar por ellas el tiempo. La vida en la ciudad transcurría monótona y repetitiva y los ecos que cortaban los silencios eran siempre, día tras día, año tras año, la misma mezcla de las campanadas imponentes de la Catedral y los sonidos habituales de un vecindario de vivencias casi rurales. El nombre de esta ciudad era Ourense y decían que ese nombre provenía de los romanos y que estaba relacionado con la palabra “oro”. |
Hace 50 o 60 años aún había rincones esparcidos por la ciudad que -a pesar de sus abandonos y deterioros- conservaban -prodigiosa y tercamente- una atmosfera de hechizo rural y un supuesto encanto de tiempos ya pasados. Algunos fueron restaurados tratando de emular la construción antigua, pero... hay que reconocer lo difícil que resulta conseguir la misma alma además de lograr el mismo cuerpo. |
Las mudanzas de la ciudad El obispo Lourenzo.-Don Lourenzo, obispo de la Sede Auriense y señor jurisdiccional de la ciudad (1218-1248), fue, en palabras de Otero Pedrayo (Guía de Galicia, Ed. de 1945), "el tercer gran fundador de Orense", - fue el promotor de la última de las 3 etapas en que se suele dividir la construcción de la Catedral (remate naves, torres de las campanas, comienzo del Pórtico del Paraiso, etc.), - reconstruyó (sobre 1228) el Puente Mayor, derruido desde tiempos ignorados, dándole la configuración rampante actual, - rehizo su Palacio Episcopal (hoy Museo Arqueológico), y - ordenó el burgo a su cargo (Ourense) en la forma y distribución que había de persistir en todo el Medioevo y Edad Moderna. La ciudad levantaría más tarde (siglo XV) puertas y cerca con intenciónes defensivas -y quizás también fiscales-, pero su configuración y perímetro lindero seguían -y siguieron siendo- los mismos de ese gobierno productivo que fue el pontificado de D. Lourenzo, el "prelado constructor". Después de D. Lourenzo el plano de Ourense permanecería, practicamente, inalterado. Ni había necesidad de cambiar ni al hombre medieval se le podía pasar tal cosa por la cabeza: las ciudades eran lo que eran y ocupaban lo que ocupaban, sin más complicaciones. |
Los siglos estables.- Durante varias centurias y hasta ya terciado el siglo XIX, los cambios urbanísticos fueron mínimos y pausados. En este período -aparte de las obras de reforma y de renovación de edificios concretos- las actuaciónes más sobresalientes fueron las siguientes: -- Siglo XIII.- Convento de San Francisco. (En la ladera de Monte Alegre, a las afueras de la ciudad .) -- Siglo XIV.- Puertas de la ciudad . -- Siglo XV.- Cuatro ermitas extra-muros (fuera de la ciudad ): Posío, Porto Vello, Pía da Casca y San Lázaro. -- Siglo XVI.- Hospital de San Roque y Capilla de los Remedios (Ambos también extra-muros). Capilla de los santos Cosme y Damián. (Al lado de una de las puertas de la ciudad .) Casa Consistorial en la Plaza del Campo. -- Siglo XVII.- Conventos de los jesuitas (junto a una puerta) y de los dominicos (fuera). -- Siglo XVIII.- Poco a poco van desapareciendo las puertas. No son substituidas porque ya no hacen falta, pero tampoco la ciudad se sale de su emplazamiento. Quedan 3 en pié. -- Siglo XIX.- Cementerio de San Francisco (fuera), el mismo año (1833) que Ourense pasa a ser capital de provincia. |
En este dilatado período aunque el urbanismo estuviese paralizado no ocurrió lo mismo con la arquitectura. Paulatina, pero progresivamente, la ciudad se fue conformando en su interior a tenor de las evoluciones sociales y políticas. Reformas, reconstrucciones y obras nuevas fueron habituales en distintas épocas, especialmente en señalados momentos de auge comercial propiciado por el comercio del vino. Como recuerdo de esas obras quedan ("milagrosamente") unos cuantos ejemplares a lo largo del casco histórico. |
A modo de testimonio -restringido- podemos señalar algunos de los ejemplos conservados: (Haz clic en cualquiera de estas fotos) |
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Las nuevas perspectivas.-
 Treinta años después de iniciado el siglo XIX Ourense tenía su propia hechura, pero sería en ese momento cuando habría de comenzar su primera gran mudanza. Y si quisiésemos marcar algún hito definitorio podríamos señalar tres, a falta de uno: Año 1833.- Designación de Ourense como capital de provincia, Año 1836.- Comienzo de las obras de la carretera Villacastín-Vigo y Año 1837.- Acuerdo municipal del derrumbe de las 3 últimas puertas. El primero de eses hechos significaba (como en muchas otras poblaciones españolas) la apertura a un mundo de posibilidades y ventajas, el segundo suponía una integración (no solo teórica, sinó material) en el conjunto del Estado y el tercero, aunque sin ningún valor específico, venía a simbolizar la predisposición de los prebostes locales a modificar la urbe recibida. (Si las puertas se hubiesen dejado no tendría ninguna consecuencia -máxime si pensamos que las tres estarían hoy en calles peatonales-, pero en aquel momento fue como un grito, novedoso, ansioso de expansión.) Evidentemente, de estos 3 acontecimientos, el que tuvo una repercusión más directa y material en el urbanismo fue el de la carretera de Vigo. En su recorrido "próximo" a la ciudad, siguiendo más o menos el trazado del viejo Camino Real que pasaba por el Puente Mayor, esta carretera pronto se convertiría en calle, la calle del Progreso. Sería uno de los dos ejes modernos longitudinales catalizadores de la expansión. El otro eje sería "la Travesía". (Hay un tercer eje longitudinal, la calle de Santo Domingo o Corredoira, pero este caso -el del primitivo camino a San Lázaro- fue más tempranero.) En 1873 Ourense terminaba por el Norte en la calle de San Miguel la cual llegaba, por abajo, hasta la nueva del Progreso. En ese año el Ayuntamiento acuerda comprar y demoler un par de casas de esa calle y abrir por allí -perpendicularmente- una nueva, continuación de la del Instituto (hoy Lamas Carvajal), con recorrido hasta el Campo de San Lázaro. Sería la, en un primer momento, llamada A Travesía (después Paz Novoa y hoy Paseo) que en pocos años se convertiría en el centro de la ciudad. En 1881, en el vecino Municipio de Canedo, se inaugura el ferrocarril. En ese primer momento entra en servicio la linea Ourense-Vigo que se completaría 4 años más tarde con el trayecto Ourense-Monforte. 30 años después de abierta la Travesía, ya en el siglo XX (concretamente en 1903), el Ayuntamiento solicita del Gobierno la continuación de dicha avenida o Travesía -incluyendo un puente sobre el Miño- que llegaría hasta la estación del F.C. de Ponte Canedo. En 1910, como un número más del programa de fiestas del Corpus de ese año, se coloca la primera piedra de ese nuevo Puente en medio de la alegría y el entusiasmo colectivo. Se inauguraría en 1918. |
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La desmesura.- Después (a consecuencia de las consabidas aventuras y desventuras históricas y políticas) vendrían unas décadas de paro e inactividad para luego -más tarde, allá por los años 60- emerger otra nueva etapa de mudanza. Esta vez frenética y desmesurada. Las causas que la propiciaron serían varias: un éxodo rural de cara a las ciudades, unas remesas de dinero de los emigrantes en Europa, una sensación de desarrollo en todo el país, un afán generalizado de comprar todo el mundo su vivienda y, como consecuencia de todo ello -como es bien sabido-, una espiral inflacionista y un hervidero de febril actividad económica. |
Esa fiebre se manifestaría de dos maneras:ampliación (de la ciudad ) y substitución (de la ciudad ). Podríamos hablar de dos mudanzas distintas. Contemporáneas, pero separadas. Una que mudó campo y arrabales por urbe y otra que lo que pretendía era, sencillamente, cambiar el Ourense que ya estaba “hecho”. En ámbas maneras hubo actuaciones afortunadas alternando con otras lamentables. |
La ampliación.- La mayoría de las ciudades crecieron de una forma similar a la de una mancha de aceite: arrancando desde un núcleo central efectuaron sú expansión todo alredor aumentando progresivamente los bordes exteriores. Ourense, no. Ourense, como otras ciudades gallegas, no se construyó con ese proceder. Partiendo de una inicial vocación rural, su génesis fueron lugares y caseríos esparcidos por todas las inmediaciónes: una especie de aldea aquí, una casa de labranza allá, dos ou tres casas a la vera de un camino en otro lado... y así el espacio se fue salpicando de “pintas”: A Rabaza, las carreteras de la Lonea, de la Granxa o de Celanova, la Cruz Alta, el Polvorín, Mariñamansa, el Couto... Cuando estos y otros muchos núcleos fueron “engordando” acabaron por encontrarse, juntarse y constituir el Ourense de la ampliación. |
Otro factor de ampliación fue la absorción, en 1943, del Ayuntamiento de Canedo el cual, aparte de un vasto territorio rural, aportaría una próspera unidad urbana, Ponte Canedo, al conjunto ciudadano. |
Vista parcial de Puente Canedo en una postal de L.Roisin de c. 1930 en la que se ven construccionns del Camino de Peliquín como, por ej., el antiguo Cuartel (de Canedo) de la Guardia Civil. |
La substitución.- Otras veces en vez de hacer ciudad nueva se optó por cambiar lo que ya estaba hecho e -incluso en muchos casos- consolidado. Edificios que ya formaban y conformaban la urbe fueron reemplazados. A veces el cambio estaba justificado. En otras ocasiones los valores urbanos y estéticos quedaron olvidados ante intereses particulares.
Hay un progreso material cuando se substituye una chabola de adobe por una casa de piedra con estilo; pero no puede haberlo cuando se derriba un edificio modernista para cambiarlo por otro anodino, insulso y standard. Puede que el nuevo sea más confortable y con más capacidad de almacenaje de gente, pero el conjunto urbano queda empobrecido. El primer Plan de Ordenación urbana no fue aprobado hasta 1955, seguido de otros varios, resultando - se puede decir que todos ellos- bastante ineficaces a la hora de frenar el descontrol imperante. Con este descontrol los empeños privados se impusieron a la prestancia pública, las tinieblas de la ignorancia a las luces de la sapiencia, la falta de sensibilidad a los criteriuos del buen gusto y Ourense, como si no fuese merecedor de tenerlo, perdió una gran parte de su patrimonio arquitectónico. Con la indulgencia de unas autoridades más pendientes de superar las estadísticas y de recaudar tasas que de otras cosas. Con técnicos forzados por la competitividad a olvidar, o a soslayar, saberes adquiridos. Con la tolerancia de una población entre sorprendida, despistada y complice. Y de esta forma muchos edificios de “pedigrí” ourensano fueron suplantados por otros vulgares, exactamente iguales a los de cientos de barrios anodino-modernos de cualquier lugar del mundo, clones o fotocopias unos de otros.
Y menos mal que con la llegada de la democracia se impuso una mentalidade más sensible y más cívica y exigente sinó hoy Ourense habría desaparecido. Sí, desaparecido. Su lugar -exactamente el mismo espacio- habría sido ocupado por otra ciudad, llamada -incluso- de la misma manera, pero... que no sería Ourense. |
Anexos: |
Un paseo por el tiempo Rúa Xoán XXIII (Diagonal) Progreso Ponte Canedo |
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